Jueves, 26 de Febrero de 2015

*“Al menos en el mundo occidental, empezando por la emergente Francia revolucionaria, las escuelas públicas han fungido como pilares de una política del lenguaje: la imposición de las lengua dominantes por sobre todas las demás”, añadió Boris Fridman.
El doctor en lingüística Boris Fridman Minst, habló en el Archivo del Municipio de Colima del tema: “Equidad colectiva versus inclusión individual: de los condicionamientos históricos del Estado liberal”.
 
Como parte del cierre de las Jornadas Lingüísticas por el Día Internacional de la Lengua Materna organizado por la Facultad de Letras y Comunicación (Falcom) de la Universidad de Colima, el ponente habló de los orígenes del liberalismo para cuestionar el fracaso de la Educación Inclusiva impuesta por la Coordinación General de Educación  Intercultural de la Secretaría de Educación Pública.
 
El doctor Boris señaló: “los mexicanos que hacen chistes a costa de los indígenas o de los  sordos señantes, de su supuesta ingenuidad o de su endilgada estupidez, los que se burlan de su incapacidad para hablar un buen castellano, todos ellos se hacen cómplices de quienes no creen que indígenas o sordos señantes puedan ni deban ser iguales ante la ley”.
 
Durante el evento, organizado por la coordinadora de la licenciatura en Lingüística,  Cecilia Caloca y el grupo del octavo semestre, el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia dijo que los gobernantes contemporáneos “se llenan la boca declarando que las lenguas indígenas o de señas son parte del patrimonio cultural intangible de la nación, e indigna observar cómo estas lenguas son recluidas en imaginarias serranías, o en  diccionarios de señas estandarizada. Se ignora a los indígenas citadinos y se humilla a  los sordos señantes manteniéndolos en el naufragio insular de la discapacidad”.

 

De entre las conclusiones presentadas a los estudiantes y maestros de la Falcom, el maestro Boris destacó: “Al menos en el mundo occidental, empezando por la emergente Francia revolucionaria, las escuelas públicas han fungido como pilares de una política del lenguaje: la  imposición de las lengua dominantes por sobre todas las demás”.
 
Agregó que “quien no tenga por lengua materna una tal lengua dominante, habrá de aprenderla en la escuela pública. En caso de no hacerlo así, al sujeto se le negará el acceso pleno al ejercicio de sus derechos ciudadanos por el resto de su vida. Y la a la escuela que no asuma el propósito de inculcar una tal lengua dominante se le negará el reconocimiento legal”.
 
Y sentenció: “Ahora pareciera que la educación especial y la educación indígena bilingüe deben ser mandadas al desván del olvido”.