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A través de más de 420 páginas y de la mano de “Agustín el aguador”, Ramón Cabrera Candelaria recrea desde la nostalgia y el recuerdo, la historia de Venado, un pueblo de San Luis
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Potosí en el que sus habitantes se conocían más por sus apodos que por sus nombres, un sitio de pocas casas pero de muchas historias.
Sin duda, dijo la profesora Karina Espinoza, “preservar la memoria mítica de una entidad a través del rescate oral es iniciar una tarea titánica. Recuperar los relatos, los cuentos y las acciones del pueblo conlleva muchísima dedicación y, aunado a esto, hay que tener una cuidada prosa para plasmarla. De este modo resumo el trabajo que tengo en mis manos”.
En su obra, continuó, “Ramón Cabrera nos regala un retrato costumbrista, lleno de ironía, humor, desesperanza, fidelidad y amor de la vida pintoresca de su amado Venado y sus empeños por sobrevivir en el semidesierto a mediados del siglo XX, sumido en la pobreza y el abandono de la tierra, en donde Agustín el aguador se erige como el símbolo de la fe y la esperanza para sus pobladores”.
Por su parte, Rafael Tortajada describió al libro como “un documento de singular narrativa con la que se da vida, a través de varios personajes, a un sitio de San Luis Potosí: el pueblo de Venado. Nos describe el autor que en este poblado, sus habitantes se reúnen para ver pasar el tren. Se conocía a las personas por sus apodos; nadie estudió, pero tampoco esto les impedía emprender oficios, como el de carnicero o carpintero, entre otros”.
A su vez, Abelardo Ahumada comentó que la obra “recrea los recuerdos de los pueblos del México antiguo a través de una narrativa fresca, con un lenguaje elegante, pero al mismo tiempo llano. No tiene esas complejidades que se pueden notar en los llamados intelectuales, es una novela de pueblo para el pueblo”.
Por su parte, Roberto Pizano destacó del libro las fotografías de una parte del México antiguo, en las que se tejen las historias y leyendas de los pueblos. “Rescato que es una novela bien estructurada; contiene también su parte erótica”.
Ramón Cabrera Candelaria, autor de “Agustín el aguador”, dijo en su intervención que las historias que se narran “son verdades; es algo que pasó, yo lo vi, incluso vi cómo Agustín cargó esas latas de agua, vi la persona que está muerta y del agua estaban saliendo gusanos. No había doctor, medios de transporte, ni teléfono, lo único que nos unía a la civilización era el tren”.
Finalmente, pidió estrechar los lazos “para terminar con esta época de violencia que azota nuestro país, que hagamos frente a la corrupción, que sepamos elegir a nuestros gobernantes, no hablo sólo de México, sino de todo el planeta”.