
“La Danza de los Morenos de Suchitlán, Comala, ha perdido parte de su origen con el paso de los años y las generaciones, más no su esencia”, comentó Isolda Rendón Garduño, académica de Danza Escénica de la Universidad de Colima, durante la tradicional “Noche de encaladillas” que se realiza todos los martes en el Museo de Artes Populares “María Teresa Pomar” (MUAP) de la Universidad de Colima.
En el evento, organizado por la Facultad de Letras y Comunicación y el MUAP, la intérprete de danza folclórica compartió los cambios que ha sufrido esta danza a partir, principalmente, de dos testimonios: Herminio y Guadalupe Candelario (padre e hijo), quienes se han encargado de mantener viva la tradición.
Esta danza, comentó, “se compone de 18 parejas de animales, macho y hembra; excepto los punteros, todos usan máscaras. El traje es de yute, en las manos portan bastón y sonaja, y aunque se ve que la danza es fácil, el yute es pesado, y más cuando ya lleva mucho tiempo sobre el cuerpo del danzante y éste comienza sudar”.
Rendón Garduño compartió que Herminio Candelario logró aprender la danza; sin embargo, “no pudo preservar las notas. Herminio me decía que por estar preocupado por aprender la danza ya no aprendió la música; esta situación tiene repercusiones en las mismas danzas. Por ejemplo, la parte melódica desapareció y la música se transformó, pues antes se hacía con un violín y ahora se hace con la vihuela. Por esto, podemos decir que actualmente la música tiene una afinación poco común”.
Otro cambio fueron las máscaras de los animales que se utilizan al inicio de la danza, que actualmente son el coyote y el chivo: “A don Guadalupe le pareció que el Coyote y el Chivo eran más ‘fuertes’ que poner un burro adelante”.
La sonaja y el bastón también fueron modificados: “Para don Guadalupe, el bastón era un instrumento largo de manera, pero lo cortó porque estorbaba para el baile; la sonaja que ahora tiene piedras dentro antes llevaba semillas, esto nos habla de una danza que pedía por la fertilidad de la tierra en el momento de la siembra”.
Estos cambios dijo, Isolda Rendón, “nos muestran cómo cambian las formas simbólicas, pero la danza sigue ahí; don Guadalupe y los habitantes de la comunidad han buscado la forma de que prevalezca; ellos dicen que puede faltar cualquier otra danza, más no la de Los Morenos; eso habla del amor que le tienen a esta manifestación artística”.
Estos comentarios forman parte de los resultados de una investigación que Isolda Rendón realiza a esta danza, “la cual encierra misticismo, orígenes prehispánicos únicos, así como otros aspectos que se comparten con el resto de las danzas del occidente del país”, finalizó.