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Diversos estudios hechos en Colima han negado la existencia de comunidades indígenas en el estado; sin embargo, para la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Tonantzin Medina García, éstos carecen de registros de formación antropológica, lo que abre un espacio para debatir en torno al tema. Lo anterior lo expuso en el marco del programa “Noches de encaladillas”, que se realiza cada martes en el Museo de Artes Populares.
Medina García cuestiona las posturas que han tomado comunicadores, videastas, cronistas, trabajadores sociales e historiadores, quienes ven a la cultura indígena desde el prototipo y no a partir de la conservación de sus tradiciones.
“Hablar de indigenismo me parece complejo, porque estamos impuestos a ver los prototipos de lo que nos parece indígena. Nadie es totalmente indígena, porque finalmente somos producto de varios mestizajes a lo largo de cientos de años”, comentó.
En los pueblos indígenas de Colima, dijo, “aún se conserva y recrea una identidad fundamentada en un pasado mesoamericano: danzas, música, gastronomía, artesanía y técnicas que, en su práctica cotidiana, arrastran los remanentes léxicos y conceptos de una lengua en vías de extinción”.
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Ejemplo de ello, comentó, “es la celebración del Día de Muertos en la comunidad de Suchitlán, municipio de Comala, donde los cuerpos se velan, en la mayoría de los casos, en la propia casa. El cuerpo se viste, se colocan las velas y las flores”.
“Durante la velación, se coloca una imagen religiosa en la cabecera del difunto; si es varón, tendrá que ser masculino; si mujer, alguna virgen. Predominan las flores del saúco y de Santa María”, describió.
Además de los rezos y cantos que forman parte de la tradición católica, expuso que algunos funerales se acompañan por las mismas danzas de las imágenes religiosas; “a quienes participan en la velada, se les ofrecen alimentos, tamales, pozole, café y pan”, continuó.
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Dijo que cuando se traslada el cuerpo al cementerio, se limpia el lugar donde se colocará, forman una cruz de sal que posteriormente se limpia y se entierra junto con el difunto, “para que la energía de la muerte no se quede en el lugar”.
Agregó que el Día de Muertos en esta comunidad, más que ser una celebración como cualquier otra, “tiene una importancia en el plano íntimo, es decir, los familiares preparan la cena, adornan la mesa y colocan un plato con comida para quienes visitarán el hogar”.
“Ésta es sólo una muestra de que las tradiciones indígenas siguen vivas, aunque los habitantes de la comunidad ya no visten como en su tiempo, pues han transmitido costumbres que muchos han dado por muertas”, concluyó.
Tonantzin Medina García participó con la charla “Prácticas culturales en torno a la Muerte”, durante la ya tradicional “Noche de encaladillas” que organizan la Facultad de Letras y Comunicación y el Museo de Artes Populares “María Teresa Pomar” de la Universidad de Colima.
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