
El Dr. Axel Didriksson Takayanagui, uno de los investigadores mexicanos más influyentes en educación superior y políticas de ciencia y tecnología, fue homenajeado y galardonado con el Premio ANUIES 2025 en la categoría Trayectoria profesional y contribución al desarrollo de la educación superior, durante la XI Conferencia Internacional ANUIES 2025, celebrada del 11 al 13 de noviembre en el campus El Naranjo de la Universidad de Colima.
Con más de 40 años de vida académica en la UNAM, se ha consolidado como un investigador, escritor y académico ampliamente reconocido nacional e internacionalmente en los campos de la educación superior, los estudios comparados a nivel regional e internacional, y los de política y prospectiva de la educación, a los que ha hecho relevantes aportaciones, y en los que sus trabajos han logrado ser la fuente de proyección de instituciones que hoy gozan de un gran reconocimiento e impacto social y cultural.
Ha producido casi 20 libros como autor, cientos de capítulos de libros y de artículos en revistas de amplia circulación y especializadas en el área de la educación y la educación superior, así como artículos de circulación en la mayoría de los periódicos y las revistas nacionales, como en Aportes de la UdeC (hoy Portes) y ha impartido una gran cantidad de cursos, talleres y conferencias en prácticamente todas las universidades estatales del país (también en la Universidad de Colima), así como en otras tantas de América Latina y el Caribe, Japón y Europa.
Además, participó en la creación de la Secretaría de Educación de la Ciudad de México, de la que fue titular entre 2006 y 2009, con programas de política pública de amplia cobertura.
Ir más allá de la lógica de mantener el sistema como está

En entrevista, durante uno de los descansos de la Conferencia Internacional ANUIES, Axel Didriksson dijo que México vive “una coyuntura extraordinaria” porque la presidenta del país es una “científica universitaria, porque hay recursos limitados, pero suficientes, y tenemos una calidad y cantidad de universidades de todo tipo: tecnológicas, federales, politécnicas, estatales, normales, la UPN, que garantizan contar con una creciente capacidad instalada para lograr una sociedad del conocimiento”.
Aunado a lo anterior, dijo, México tiene ya una masa crítica en sus egresados y egresadas, que cada año se incrementa. “Sin embargo, se requiere tener una visión mucho más estratégica, rupturista, sobre los nuevos paradigmas de la educación superior, la ciencia y la tecnología”.
Generar desarrollo científico y tecnológico propio

Para Didriksson, es necesario ir más allá de las carreras tradicionales como Derecho, Administración, Contaduría o Medicina, que suman el 60 % del total de la oferta académica en el nivel superior del país. “Necesitamos redefinir la transdisciplina, las currícula, los procesos de innovación; dejar la cátedra repetitiva, la cátedra que ya no tiene mayor interés para los estudiantes, porque estamos en un proceso de transformación mundial de lo que es el conocimiento. Nuestro país no se puede quedar solamente en una lógica de mantener el sistema como está, tenemos que cambiarlo, y no veo que haya grandes cambios”.
Aunque le gustaría ver ese cambio ahora, agregó que eso no será posible en el presente sexenio. “Esa clase de proyectos necesitan años, y ahora lo que tenemos que hacer es sentar las bases”. Ha estudiado proyectos exitosos como el de Corea, Japón, Singapur o China, y comenta que han necesitado tiempo y recursos. “Qué bueno que en Colima estén repartiendo computadoras a todos los estudiantes, pero no son computadoras que nosotros fabricamos. Mi teléfono celular lo tengo que comprar a Microsoft o a iPhone. Tenemos que desarrollar nuestro propio conocimiento”.
En esta idea, dijo, está centrado el Plan México, “en crear nodos de desarrollo de alta calidad para que podamos tener capacidades y llevar a cabo esas transformaciones, pero para eso necesitamos una política pública clara, definida, y que las universidades efectivamente hagan los cambios que se requieren”.
Asegura que, en sus visitas por el país, se da cuenta de que esta perspectiva la tienen clara todas las universidades: “Está en el discurso, la creen… pero no la hacen. Entonces, se reproduce el mismo sistema tecnológico, científico de siempre y hay nodos, destellos, pero eso no basta. Necesitamos articular un sistema nacional de educación”.
Compartió que ahora está a cargo del Programa Nacional de Educación Superior del gobierno federal. “Vamos a hacer un trabajo muy fuerte de ir a las entidades por la vía de los COEPES (Consejo Estatal para la Planeación de la Educación Superior), para decirles cuáles son las prioridades y que en un año tienen que cambiar. Sentar las bases, porque las cosas en educación no son de la noche a la mañana, son procesos que requieren de mucho trabajo, pero hay que empezarlo”.
Continuidad en los grandes proyectos educativos

Cuestionó el hecho de que, en México, un programa de largo alcance se modifique de un sexenio a otro, algo que sería impensable, dijo, en países como Japón. “Debemos tener continuidad, y eso se logra con proyectos transexenales y presupuestos multianuales. Eso es lo que todavía no tenemos. Por ejemplo, la Cámara de Diputados acaba de decidir los presupuestos para la educación superior, donde redujeron en 2.4 % el presupuesto general para educación superior. No podemos decir: ‘La prioridad es la educación’ y reducir al mismo tiempo el presupuesto”.
Comentó que hace poco tiempo asistió a Bogotá, Colombia, a una reunión de trabajo del OBREAL (Observatorio de Investigación y Educación Superior de Europa y América Latina), una organización con sede en Barcelona, que agrupa instituciones académicas y de investigación de Europa, América Latina, Oriente Medio, África y Asia. Su misión es promover el diálogo y la cooperación interregional entre los sectores gubernamental, académico y social, para abordar los desafíos comunes en educación superior, investigación y desarrollo.
En Colombia, dijo, “que tienen 70 años de guerra, el gobierno de Petro redujo el presupuesto de defensa para dárselo a educación; ¿por qué?, porque sí entiende, como dice nuestra presidenta, la importancia de dar educación para evitar que el joven vaya a ser un sicario y que aumente la violencia. ¿Cómo podemos evitar la violencia? Con educación, pero si nos reducen el presupuesto, entonces hay contradicciones”.
Adelantó, en este tema, su participación en un proyecto de carácter interregional con África, Europa y con América latina para crear una agencia regional del conocimiento, con fondos intergubernamentales para “desarrollar proyectos de gran calado en materia de ciencia y tecnología para toda América Latina”, similar a lo que hizo Europa al crear un espacio común de educación superior, “porque el conocimiento es el bien público fundamental del desarrollo en todo el mundo”.
Ir más allá de la mera enseñanza
Insistió en cambiar el paradigma, la mentalidad actual y dejar de decir: “nosotros, lo que hacemos es enseñar”, para generar profesionales y técnicos y poner en el centro la producción de conocimientos y la innovación. En este tema, comentó que las universidades en México suelen dedicar un 10 % de sus recursos a la innovación y la producción del conocimiento. “Estamos haciendo cosas en la UNAM, pero nos hace falta dar un salto de calidad para que las universidades sean verdaderos polos de desarrollo de generación de conocimientos. También las privadas tienen que asumir su responsabilidad”.
Finalmente, Axel Didriksson habló de la necesidad de tener mecanismos para evaluar a las propias autoridades universitarias. “Se sientan en el cargo y ya creen que saben todo, y nadie los evalúa. Si cometen errores, se justifican como sea. A mí me evalúan tres veces: la Unesco porque doy una cátedra, el SNII porque soy miembro de este Sistema y la UNAM porque tengo que reportar mi trabajo académico, y a las autoridades no las evalúa nadie. También los directores de las facultades tienen que ser evaluados por la comunidad”.