Viernes, 01 de Agosto de 2025

*Durante la gira, el Ballet Folklórico no sólo actuó frente a cientos de espectadores en plazas y teatros al aire libre, sino que también compartió el día a día con compañías de diversas latitudes, generando vínculos más allá del escenario.

La gira por España del Ballet Folklórico de la Universidad de Colima, realizada del 2 al 29 de julio, dejó algo más que aplausos. Fue, en palabras de su director, Cristian Azael Gutiérrez Vega, “una experiencia redonda en todos los sentidos, sobre todo en lo artístico y en el crecimiento de los bailarines. La hemos vivido con mucha intensidad”.

Invitados nuevamente por su desempeño en ediciones anteriores, los 42 integrantes que conforman la compañía -bailarines, músicos y equipo técnico- llevaron la representación cultural de Colima y de México a los festivales de Jaén, Ciudad Real, Burgos y Portugalete, como parte del circuito del Consejo Internacional de Festivales de Folklore y Artes Tradicionales (CIOFF), una red internacional avalada por la UNESCO que busca preservar y difundir las expresiones culturales del mundo.

Durante la gira, el Ballet Folklórico no sólo actuó frente a cientos de espectadores en plazas y teatros al aire libre, sino que también compartió el día a día con compañías de diversas latitudes, generando vínculos más allá del escenario.

“Se ha dado una comunión entre músicos y bailarines que se refleja en el escenario y el público ha respondido de manera fenomenal. Las mismas agrupaciones de otros países han dicho que nuestro ballet es muy sólido, que somos una compañía con mucha calidad artística y escénica. También han destacado el aspecto personal, la calidad humana que cada uno de los integrantes tiene en la convivencia diaria”.

Uno de los momentos más simbólicos que vivió este grupo fue su participación en la ceremonia “Munduko Sustraiak” (Raíces del Mundo), en Portugalete, País Vasco, España. En esta ceremonia, celebrada cada 25 de julio, los grupos participantes depositan tierra de sus países en las raíces del retoño del árbol de Gernika, como ofrenda de hermandad y respeto entre culturas.

También estuvieron en la Embajada de México en España. Allí fueron recibidos como representantes de nuestro país por el jefe de la cancillería, Óscar Arturo Esparza, quien los llamó “verdaderos embajadores culturales de nuestro país”. Ante autoridades diplomáticas e invitados, ofrecieron una muestra de su repertorio con piezas como Jarabe de Colima, Fiesta en Jalisco, El son de la negra y Fiesta del mariachi.

La calidad del ballet fue reconocida también por otras agrupaciones participantes, quienes elogiaron su solidez escénica y su organización. Para Gutiérrez Vega, este tipo de retroalimentación confirma el trabajo colectivo que hay detrás de cada presentación: “He visto al grupo muy entero, con muy buena disciplina y dando lo mejor. Se ha generado una comunión muy notoria entre músicos y bailarine. Y a pesar de los elogios, los muchachos conservan la gratitud y los pies firmes sobre la tierra”.

Más allá de lo artístico, explicó Cristian, la gira implicó retos logísticos, desde adaptar las coreografías a los diferentes tamaños de escenarios, hasta lidiar con climas extremos: “Pasamos de un clima seco y cálido al principio de la gira, con temperaturas arriba de los 44 grados, hasta el frío de las regiones del norte. En Burgos tuvimos mucho frío, viento y un poco de sereno, y tuvimos que hacer un trabajo físico previo. Ya están habituados los muchachos a estos cambios. Tienen mucha responsabilidad y cuidado con su cuerpo, que es su instrumento de proyección”.

Cristian Gutiérrez resaltó el valor formativo de estas giras: “Aunque hay cambios constantes en los elencos, estas experiencias nos permiten consolidar al grupo. Son una gran oportunidad para proyectar a nuestra Universidad y al estado en escenarios internacionales”.

Para Gutiérrez Vega, la gira no es un punto de llegada, sino parte de un proceso continuo que se planea durante todo el año: “Siempre hay invitaciones, no sólo a España, sino a otros países, y es algo que se tiene que preparar y trabajar durante todo un año, especialmente en el tema de los recursos materiales, para realizar este tipo de experiencias de intercambio cultural, que favorecen mucho el crecimiento de nuestros integrantes, que son estudiantes universitarios”.

Sobre lo que significa para él estar a cargo de la compañía en tierra españolas, dijo que “en lo personal me sentí muy honrado de realizar esta gira y poder representar a nuestra Universidad, a nuestro estado y nuestro país. Es una gran responsabilidad, pero también un gran honor”.

“No es la primera gira en la que estoy a cargo -agregó-. Cuando el maestro Rafael Zamarripa dirigía la compañía, yo era el responsable de que marcharan bien las cuestiones logísticas y operativas. Me siento muy cómodo ahora como director, porque el grupo que hemos conformado es muy fuerte, es un equipo donde nos entendemos muy bien y hay una comunicación muy buena. Eso facilita mucho nuestras dinámicas”.

Con esta gira, el Ballet Folklórico de la Universidad de Colima no sólo reafirma su presencia internacional, sino también el papel fundamental que juega el arte como puente entre culturas. Y aunque julio terminó, los ecos de esta experiencia seguirán resonando en los integrantes del mariachi, en los cuerpos que bailan, y en las historias que ahora tienen para contar.