Viernes, 01 de Mayo de 2015

*“Se comete un gran error al pensar que la escuela debe desempeñar el rol de educar; necesitamos diseñar evaluaciones y técnicas para mejorar el aprendizaje de los estudiantes en función sistémica de la familia”, añadieron los especialistas que debatieron en el Congreso Internacional de Educación Preescolar y Primaria “Educación para la felicidad”, realizado en la Universidad de Colima.
El 36º Congreso Internacional de Educación Preescolar y Primaria “Educación para la felicidad”, realizado del 24 al 26 de abril en la Universidad de Colima, constituyó un espacio de análisis y aprendizaje sobre la educación en las primeras etapas de vida, lo que permitió el intercambio de experiencias de especialistas en jornadas de intenso trabajo y discusión en temas como el desarrollo afectivo de los vínculos, la psicología positiva, las habilidades sociales, inteligencia emocional, motivación, valores y matemáticas y lenguaje.
 
El encuentro fue organizado por la Universidad de Colima con el apoyo del grupo editorial argenito EDIBA bajo una línea de trabajo teórico-práctico, interactiva y dinámica, para que se posibilitara la intervención de los participantes en las diferentes modalidades propuestas, como conferencias y talleres.
 
Además, los asistentes participaron en actividades de danza, psicomotricidad, trabajo con títeres, planificación y evaluación, neurociencias y música.
 
El tema central del congreso, “Educación para la felicidad”, propició una amplia exposición de lo que actualmente constituye la educación.
 
Al respecto, Begoña Suárez Riaño, especialista en psicomotricidad, grafomotricidad (movimiento gráfico realizado con la mano al escribir) y disfemias (tartamudez), dijo que los aspectos motores, afectivos y cognitivos son los eslabones indispensables al referirse a la psicomotricidad; “todos estos serán la base para la adquisición de las habilidades tales como el lenguaje, la escritura y el cálculo, entre otras”.
 
Además, comentó, “el desarrollo de las capacidades mentales solamente se logra a partir del conocimiento y control de la propia actividad; es decir, a partir de la correcta construcción y asimilación por parte del niño”.
 
Para ella, el entorno familiar del niño o niña determina su actitud y desempeño en la escuela; así, debe procurarse el juego y la buena relación con los padres para lograr un óptimo aprendizaje: “Los docentes y padres de familia debemos ser felices y transmitirlo, ya que si somos intolerantes los niños y niñas adoptan esta conducta”, finalizó.
 
Por su parte, Claudia Donoso, directora del Magíster en Neurociencias aplicadas a la Educación, Universidad Finis Terrae (Santiago de Chile), plateó diversas interrogantes sobre aprender a ser feliz: “¿Qué es la felicidad? ¿Se es feliz? ¿La felicidad es una meta a alcanzar? ¿Se educa para ser feliz? ¿Los docentes pueden generar felicidad en sus estudiantes? ¿Qué tipo de felicidad pretendemos potenciar en las aulas?”
 
Aseguró que los docentes deben preguntarse lo anterior en su ejercicio diario, ya que la felicidad se contagia: “No podemos entregar aquello que no tenemos”, enfatizó. Por tal razón, “antes de pretender enseñar a ser felices a los estudiantes, es prioritario considerar el bienestar emocional de los educadores y su felicidad”.
 
En su intervención, Donoso mencionó que la familia es el eje fundamental de la sociedad: “Se comete un gran error al pensar que la escuela debe desempeñar el rol de educarlos; necesitamos diseñar evaluaciones y técnicas para mejorar el aprendizaje de los estudiantes en función sistémica de la familia. Ningún diagnóstico estará terminado si no se conoce al niño o niña y a su familia, sobre todo el estilo de la crianza, que determina su aprendizaje”.
 
Raúl Sánchez Barajas, licenciado en Ciencias de la Educación y Educación Preescolar, con maestría en Asesoramiento Educativo, expuso algunas consideraciones sobre el diseño de situaciones de aprendizaje y competencias comunicativas. Durante su intervención,expuso la forma de observar las capacidades, los avances y las dificultades de los niños en relación con este importante campo formativo.
 
Compartió algunas herramientas para abordar el aspecto del mundo natural, y otras que permiten abordar la cultura y la vida social; además, señaló que el niño, desde los primeros años, ya cuenta con un sentido crítico que le genera sus propias explicaciones de los mundos natural y social que le rodean. Además, para Sánchez Barajas la educación de los infantes es un acto compartido entre los padres y docentes.
 
En sus intervenciones, Liz Andrade, pianista con especialidad en Pedagogía musical y capacitación completa en el Método Pedagógico de Jos Wuytack “La música y las endorfinas”, en Bélgica, comentó que convertir la enseñanza en algo agradable es vital para los estudiantes; en este sentido, “poner al servicio del aprendizaje las bondades de la música es un acierto pedagógico, ya que a través de ésta es posible guardar en la memoria profunda diversos temas como el alfabeto, las capitales de los estados, la secuencia de los planetas, los pronombres, las preposiciones, la correcta pronunciación del inglés, etc.”
 
Lo anterior dependerá, dijo, “del nivel educativo con el que se trate. Aprender con música es gratificante y estimula al cerebro para producir endorfinas, mismas que, al invadir el organismo desencadenan un estado de plenitud que nos llena de alegría. La música, al igual que la sonrisa, tiene una notoria influencia sobre la química del cerebro y el sistema inmunológico”.
 
Según lo expuesto en el congreso, existe la necesidad de afrontar los retos en el proceso pedagógico, renovar las prácticas para un mejor desarrollo en el aprendizaje del niño, así como una constante actualización y preparación por parte de los educadores.

 
Por otro lado, en la mesa de debate “Camino a la equidad en la escuela”, que compartieron Claudia Donoso, Begoña Suárez y Raúl Sánchez Barajas, se presentaron sugerencias para convertir a los padres en aliados de la escuela.
 
La primera sugerencia, según los profesionistas, consiste en realizar una junta entre los padres de familia y el docente para que dé a conocer lo que enseñará a sus hijos e hijas durante el curso escolar y trabajen en sintonía. En segundo lugar, los docentes deberán realizar una entrevista con los padres de familia para conocer la diversidad y procurar un mejor aprendizaje en los alumnos.
 
Por último, recomendaron que los docentes integren a los padres en la educación de sus hijos, que mantengan la discreción sobre los problemas particulares y establezcan un vínculo escuela-familia. Además, sugieren que los padres trabajen con sus hijos en horarios extra clase, que el profesor descarte el tono acusador en caso de incumplimiento del alumno, así como convencer a los progenitores de que se involucren en las actividades del centro escolar.