Como parte de las jornadas académicas de la Universidad de Colima, esta semana se está realizando el curso-taller virtual: “Neurodiversidad en estudiantes universitarios”, al que asistieron más de cien directivos, asesores pedagógicos y coordinadores académicos del nivel superior de esta casa de estudios.
El taller tiene como objetivo identificar las habilidades cognitivas y comorbilidades en personas neurodiversas, y propone estrategias de apoyo desde el ámbito universitario de acuerdo con cada área del conocimiento y nivel educativo.
En el mensaje de bienvenida Susana Aurelia Preciado Jiménez, directora general de Educación Superior, dijo que la intención de capacitar al personal académico es dar continuidad a las actividades del Programa ENTENDER que, aunque ya ha concluido en la UdeC, es importante seguir actualizando y sensibilizando a docentes y administrativos en el tema de neurodiversidad.
ENTENDER fue un proyecto cofinanciado por el programa ERASMUS+ de la Unión Europea y liderado por la Universidad de Coventry del Reino Unido, en el que participaron nueve socios internacionales, de los cuales la Universidad de Colima es uno de ellos. Tuvo como objetivo “mejorar las perspectivas de acceso, permanencia, graduación y empleo de las personas con condiciones neurodiversas, permitiéndoles alcanzar su potencial mediante el desarrollo de capacidades para el apoyo a la neurodiversidad en los sectores de educación superior y empleo, fomentando la inclusión y construyendo conocimiento”.
Este curso-taller, continuó, “nos permite identificar algunas habilidades que pudieran tener estos jóvenes y también nos permitirá generar propuestas con estrategias de apoyo para ofrecerles una mejor atención”. Asimismo, destacó que son muy pocas las universidades que se han incorporado a estos temas y que la UdeC “sobresale por ser una de las pioneras en temas emergentes”.
Así, el primer tema de dicho curso-taller fue “El marco normativo y legislativo para la atención a la diversidad”, a cargo de Norma Guadalupe Márquez Cabellos, quien destacó el marco de acción internacional empezando por la Declaración Mundial sobre Educación (1990), que busca, dijo, la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje; en segundo lugar, agregó, está el marco de acción sobre las necesidades educativas específicas, el cual habla por primera vez de las personas que presentan una condición de discapacidad, de trastorno o dificultad severa en el aprendizaje, la comunicación y conducta, así como de quienes presentan altas capacidades cognitivas.
Después habló del foro mundial sobre la educación, la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, de los cuales el número cuatro se dirige a una educación de calidad. También abordó la convención de la UNESCO en contra de la discriminación en educación y la declaración de Incheón (aprobada el 21 de mayo de 2015 en el Foro Mundial sobre la Educación) y el marco de acción hacia una educación inclusiva, equitativa y de calidad, así como un aprendizaje a lo largo de la vida para todos.
Al hablar de educación inclusiva, dijo que es importante saber que existen barreras para el aprendizaje y que surgen de una interacción entre las y los estudiantes y su contexto o entorno; esto implica, destacó, promover el logro del aprendizaje. El desafío para la institución educativa, continuó, “se centra en la construcción de entornos pedagógicos donde los estudiantes aprendan a convivir de forma pacífica y participen activamente en el aprendizaje”.
A partir de la nueva reforma educativa, precisó, “se tiene el reto de promover lineamientos, normativas, documentos y planes de estudio con enfoques inclusivos; esto permite, además, el reto de crear sinergias entre los diferentes niveles educativos como el inicial, básico, de media superior y superior”. También mencionó la importancia de una cultura escolar en donde exista un trabajo colaborativo, abierta al cambio, enfocada en educar para la ciudadanía, así como tener un liderazgo docente y un marco de valores.
“La universidad inclusiva -resaltó- será más eficaz a medida que utilice prácticas y conocimientos existentes, considere las diferencias como oportunidades y no como problemas, examine obstáculos a la participación y el aprendizaje de los estudiantes, haga uso eficaz de recursos disponibles para el aprendizaje, desarrolle un lenguaje común entre directivos, profesores, personal de apoyo y comunidad educativa, y finalmente promueva e impulse una cultura incluyente a través de su política educativa”.
Por último, dijo que la universidad debería promover el sentido de comunidad para que todos y todas tengan la sensación de pertenencia, “se sientan aceptados, apoyen y sean apoyados por sus iguales y otros, al tiempo que se satisfagan sus necesidades formativas; la inclusión contempla a la persona en su totalidad física y psíquica, así como en su interacción social”.