Domingo, 05 de Diciembre de 2021

*Impartieron una charla sobre masculinidad y emociones a estudiantes del nivel superior en el marco de las jornadas 25N.

Jairo Eudave Medina Mendoza, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Colima, ofreció la charla virtual “Masculinidad y emociones” al estudiantado de educación superior, en el marco de actividades organizadas en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

En su charla, Jairo Medina invitó a las y los estudiantes a repensar la construcción de las identidades y ver cómo los aprendizajes adquiridos a lo largo de la vida impactan de manera diferenciada a hombres y mujeres. También les pidió preguntarse qué significa ser hombre, de quién se aprende y qué se tiene que hacer para llegar a serlo.

El ponente señaló que “los mandatos de la masculinidad son elementos clave de la identidad masculina. Desde el nacimiento, el niño y la niña reciben mandatos de género que les construye como seres diferentes; el niño aprende a contener sus emociones y demostrar que es fuerte, y en la niña se fomenta la pasividad y la expresión de sus emociones.”

Dichos aprendizajes, agregó, “son mandatos institucionales que exigen a los hombres ser más racionales y a las mujeres más emocionales”. Estos mandatos de género, señaló el ponente, “se modelan a lo largo de la vida en espacios de socialización y crean situaciones de desigualdad y asimetrías de poder al dotar de oportunidades distintas y crear distancias entre hombres y mujeres”.

Resaltó que “los mismos hombres terminan siendo presos de estos mismos mandatos de privilegio que los obliga a ser lo mismo siempre, a demostrar de manera permanente que son hombres, en tanto, las emociones tienen un lugar muy pequeño”.

Entre los mandatos, señaló el doctor Jairo, “los hombres tienen que demostrar que son galantes, como una expresión de amor, pero al final eso está marcado por el poder. Está también el hombre seductor, que le da estatus, aunque en ello vayan problemas sanitarios”. Se refirió además “al ejercicio de la violencia, más justificada de un hombre hacia una mujer, porque es hombre, y si es de un hombre a otro hombre, se le exige regresar el golpe para reafirmar la masculinidad. La violencia simbólica es tan imperceptible, que la ejercemos sin darnos cuenta”.

Refirió también que, en los años 80, los demógrafos que aplicaban una encuesta en los hogares se dieron cuenta que los hombres entrevistados no sabían nada de lo que pasaba en la casa, a diferencia de las mujeres, que podían contestar todo lo relativo a la dinámica familiar; “de ello se pudo deducir que la aportación principal de esos hombres tenía que ver sólo con el dinero, sin involucrarse con lo que pasaba en la familia”.

Para finalizar, Jairo Eudave dejó pensando al estudiantado en estos mandatos: “¿Ser hombre es un lugar fijo? ¿Qué siente un hombre? ¿Qué es un buen hombre?, ¿qué es un mal hombre?, y ¿qué siente por las personas cercanas a él?” Resaltó que “los hombres no son analfabetas emocionales, sí sienten, pero sus emociones son silenciadas, a riesgo de ser descalificados”.