Sábado, 17 de Julio de 2021

*Virginia Romero, académica de la Universidad de Sonora, realiza una visita de trabajo a Colima para investigar las identidades masculinas en situaciones de pobreza y de calle.

Para analizar estrategias familiares en contextos de pobreza extrema en Colima, la experta en migración y género, Virginia Romero Plana, realiza una estancia académica de tres meses (su segunda visita) a la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Colima.

Romero Plana es profesora investigadora de tiempo completo de la Universidad de Sonora y está formada en Derechos humanos, cooperación internacional y estudios mexicanos. También es investigadora visitante del Archivo Histórico del Municipio de Colima desde el 2011.

De nacionalidad español, Virginia Romero comentó en entrevista vía Zoom, que también durante su estancia visitará un albergue en manzanillo, con la posibilidad de realizar otra investigación más adelante.

La investigadora inició su trabajo en la Universidad de Colima con una reunión vía internet con el cuerpo académico Grupos Sociales y Trabajo Social (En Consolidación), y volvió a contactar con las instituciones que atienden a familias en situación de vulnerabilidad, como Cáritas y otras asociaciones privadas, para establecer contacto con las familias y generar este vínculo de estudio.

Estudiosa de la pobreza extrema, migración y género, Virginia Romero dijo que en Sonora, como estado fronterizo, recaen mayormente los migrantes deportados, sobre todo hombres que cruzan de manera irregular, lo que está creando en toda la frontera norte, no sólo en Sonora, un cordón de pobreza fuerte.

Romero Plana pidió prestar atención a toda esta población masculina que se está quedando en la frontera, “principalmente porque no está siendo atendida adecuadamente; si esto no se aborda con políticas sociale, será un gran inconveniente en poco tiempo”.

Agregó que estas personas deportadas ya no regresan a sus lugares de origen, lo que genera algo llamado “sinhogarismo”. Explicó que el problema de la situación de calle “trae una serie de inconvenientes continuos, como la falta de acceso a espacios de higiene y mala salud por las altas temperaturas, arriba de 48 grados centígrados, que ocasionan una rápida descomposición de la comida y deshidratación”.

Otra problemática que sufren estas personas es la de no tener agua potable para beber, ya que deben comprarla; “además, reciben discriminacion y exclusión de toda la gente, que piensa que son perezosos, vagos y viciosos por vivir en la calle”.

Virginia Romero puntualizó que esta situación de calle es más desfavorable para los hombres, pues son más en número que las mujeres. A raíz de su amplia investigación, se dio cuenta que “la construcción de género de hombres les está impidiendo a los deportados pedir ayuda y regresar a sus lugares de origen, con sus familias”.

“Ocurre toda esta educación de género que nos han dado desde de niños y niñas; se sabe que los niños no deben llorar, que no piden ayuda, que son fuertes y machos, de tal manera que cuando son deportados y no son capaces de cumplir los estándares atribuidos a un hombre migrante, como el de enviar el dinero que ganan, les da mucha vergüenza regresar”, describió la investigadora.

Para ellos, dijo, “es realmente vergonzoso no cumplir con los estándares masculinos ante su familia y prefieren quedarse allí”. En su investigación, concluyó que “esa dificultad es una barrera que se ponen ellos para no tener que enfrentar el regreso, a la esposa, hijos, familia de origen, e incluso a los vecinos de la misma comunidad”.

Virginia Romero Plana estudió Antropología social y cultura en la Universidad Complutense de Madrid, posgrados en Derechos Humanos, en Cooperación Internacional; un doctorado en Estudios Mexicanos, en Colima, con especialidad en Antropología de la pobreza, y el próximo viernes 30 de julio, a las seis de la tarde, presentará su libro “Vivir bajo el cielo, pobreza y masculinidad en las fronteras”, por el Facebook del Archivo Histórico del Municipio de Colima. El libro fue editado por Fontamara.

En este libro, dijo por último, “propongo que tenemos que empezar a cambiar ya la educación en los niños y niñas; que por favor les permitan a los niños llorar, pedir ayuda, y que la vergüenza no sirve para nada, que el valor de una persona no depende de su género, de lo que hace o lo que provee”.